Noche de los enamorados by Félix Romeo

Noche de los enamorados by Félix Romeo

autor:Félix Romeo [Romeo, Félix]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2011-12-31T16:00:00+00:00


RECONSTRUCCIÓN

DE LOS «HECHOS PROBADOS»

Los «hechos probados» comienzan con un regreso al pasado.

Voy a 1990, a una fecha indeterminada después de su boda en Villa Blanca, cuando Santiago Dulong, como consta en la sentencia, descubre que María Isabel Montesinos Torroba se da frecuentemente a la bebida y que a menudo llega a casa en «estado de embriaguez».

Resulta estúpido escribir que Santiago Dulong la conoció en un club sin nombre en el que María Isabel «alternaba».

Estúpido repetir que realmente «alternar» consiste en beber y hacer beber a los clientes, para obtener un porcentaje de la caja.

Estúpido escribir que el propio Santiago Dulong ha tenido que beber en ese club, al que, para seducir a María Isabel, ha tenido que ir a menudo.

Estúpido hablar de que también Santiago Dulong, por más que se presente en el juzgado con traje y corbata y con apariencia de serenidad —una serenidad forzada porque en la cárcel de Torrero no ha podido beber ni una gota de alcohol en el último medio año, porque la bebida está prohibida—, bebe, y bebe mucho. Y beber le causa problemas.

Lo han dicho «personas cercanas», que no tienen nombre ni tienen cara ni tienen domicilio ni serán llamadas a testificar durante el juicio.

«Ella era alcohólica y él también bebía», dice un «camarero de un bar cercano», un camarero sin identificar de un bar sin identificar, en Heraldo de Aragón el 12 de diciembre.

«También él tenía problemas con el alcohol», dice el dueño de una tienda, que conoce a María Isabel y que conoce a Santiago Dulong, a Diario 16 de Aragón el 13 de diciembre.

Ni del camarero de un bar cercano ni del dueño de la tienda conozco el nombre.

Pero el verdadero quid de este «hecho probado» no es la constatación de la utilidad de un testimonio ful, sino la evidencia de que la víctima se ha convertido en la culpable.

Ha pasado a ser la responsable de su asesinato.

La que va a ser realmente juzgada.

Era una borracha y se merecía lo que terminaría pasándole.

Se merecía ser estrangulada.

Se merecía morir.

«En algunos bares —dirá en Diario 16 de Aragón “una persona que no quiso revelar su identidad” y “que conocía a la víctima”, y que no testificó en el juicio— ni siquiera le querían servir.»

«Empezaba por la mañana con un cubata y así estaba todo el día.»

«Permanentemente borracha.»

María Isabel era, sin duda, culpable antes de morir.

Sólo que las razones no habían sido todavía relatadas en el orden preciso.

El orden en que las escucharán los jueces.

Para el segundo «hecho probado» también hay que volver al pasado, «a finales de 1993», en un mes y en un día y en un hora indeterminadas.

Santiago Dulong vuelve a casa, el «domicilio conyugal» de la calle Barcelona de Zaragoza, y descubre a su mujer, María Isabel Montesinos Torroba, con un «individuo desconocido», el Señor Cero.

Es tan desconocido que sólo podemos saber de su existencia porque Santiago Dulong habla de ese encuentro en el juicio: un engaño sexual del que no se hace mención explícita pero que se insinúa.

El



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